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La faena de un torero no le pertenece ni siquiera a él

La faena que realizó el diestro Miguel Ángel Perera el 22 de junio de 2014 en una corrida celebrada en Badajoz mereció en su día la consideración de actuación artística sobresaliente: recibió las dos orejas, con petición de rabo a cargo del público. Entendía el torero que si aquello era una obra de arte, la podría inscribir en el registro como propiedad intelectual y protegerla frente a toda reproducción. Pero el Tribunal Supremo le ha contestado en última instancia: en parte le da la razón —era arte, sí—, aunque lo ocurrido allí no le pertenece a nadie. Ni siquiera a él.